PROBLEMAS DIGESTIVOS
PROBLEMAS DIGESTIVOS
¿Qué me ocurre?
La vida del adulto estresado soporta el tener problemas de hinchazón, cólicos, gases, acidez, episodios de diarrea o estreñimiento, el conocido diagnóstico de “síndrome de intestino irritable” que a tantos pacientes han metido en el mismo cajón. Y todo esto lo vemos normal. Pero no es así.
¿A qué se debe?
Existen el mismo (o incluso más) número de bacterias que células eucariotas humanas. Las bacterias de nuestro organismo nos ayudan a mantener un estado óptimo de salud en condiciones normales, pero si existe un desequilibrio, es entonces cuando nuestra salud se ve afectada encontrándonos con una serie de síntomas que repercuten en nuestro día a día.
En nuestro intestino está la clave
Tenemos un sistema de defensa perfectamente instalado gracias a la microbiota, aunque la mayor población de microorganismos en el cuerpo humano reside en el intestino, conocida como la microbiota intestinal, también existen otro tipo de microbiota en la nariz, en la boca, la garganta, los pulmones, la vagina y la piel.
Existe un núcleo compuesto por grupos bacterianos comunes a todos los seres humanos sanos. La composición de cada microbiota intestinal es única y varía en función de:
– Modo de alimentación (leche materna, fórmulas infantiles e introducción de alimentos sólidos)
– Los fármacos (antibióticos, antiácidos, antidiabéticos…)
– Los hábitos alimentarios y maneras de cocinar
– Nuestro entorno y modo de vida (medio rural, medio urbano, actividad física…)
– Exceso de peso
Los factores sobre los que no podemos actuar directamente los definen la genética, el componente anatómico del tracto intestinal (por ejemplo, la diversidad microbiana del intestino es mayor que la del intestino delgado), la edad gestacional (parto prematuro frente parto a término), el modo de nacimiento (parto vaginal frente a cesárea) y la edad.
Cabe recalcar que, aunque todos tengamos una microbiota específica, equivalente a un documento de identidad personal, esta microbiota aporta al ser humano unas funciones únicas (como diferir nutrientes que nosotros no somos capaces de digerir, producir compuestos que nos resultan vitales tales como el butirato, etc.).
Las afecciones digestivas, la obesidad, la diabetes, las alergias, el cáncer e incluso las enfermedades neurogenerativas han sido asociadas a una ruptura del equilibrio en la composición o en la función de la microbiota intestinal.
Lo que comemos nos alimenta, a la vez que nutre a los billones de microorganismos que viven en nuestro intestino. Si queremos asegurarnos de que nuestro organismo goce de buena salud, tendremos que aprender a equilibrarla y saber qué y cómo deberíamos alimentarnos.
Principalmente, el 70-80% de nuestro sistema inmunológico se encuentra en los intestinos. Por tanto, debemos cuidar y alimentar adecuadamente a diario a nuestro organismo.
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